Friday, October 07, 2005

MI PUNTO "J"

VOL. II

Era obvio que “J” estaba enterado del episodio con el amigo pero me hice la desentendida, para que dar mas vueltas al asunto, verdad? Todo con mi “casi-amigo” volvió a ser como antes pero esta vez las miradas y las conversaciones tenían otro tono, el siempre halagándome y yo siempre burlándome de su español tan malo.

Fue desde el comienzo que adopte ésta actitud de niña malcriada con él, no me parecía justo dejarle saber que me gustaba y ahora, después de tanto tiempo, me doy cuenta de que éste fue el motivo principal por el que nunca le permití enamorarse de mí. Un día le pregunté por qué nunca estaba acompañado de alguna chica, “eres gay?” le dije, el sonrío y me dijo que le gustaría estar acompañado de mí.

No pasó mucho tiempo de ese episodio hasta que una noche me pidió mi teléfono, yo se lo di y pasó una semana pero nunca llamaba, pensé que no estaba interesado hasta que una tarde, era un martes o algo así, me llamó para saber como estaba, “I just call to make your day” me dijo, el muy humilde, sus bromas las contestaba yo con algún otro comentario ácido, pero siempre tenía yo la respuesta inmediata más no la correcta, ahora que lo pienso.

“J” estaba en un bar que normalmente frecuentaba con mis amigos al salir del trabajo, usualmente a las 3 o 4 de la mañana, cuando ya todos estábamos pasados de tragos, de marihuana y de muchas otras cosas más, pero en mí el cansancio pesaba más que muchas otras cosas, sin embargo, al verlo sentado en la barra se me pasó todo y decidí ignorarlo hasta que u amigo en común tuvo la gran idea de presentarnos.

“Sí pues yo conozco a esta joyita” le mencioné a mi amigo, “J” intentó hablar en español un poco pero nunca voy a olvidar como se disculpo ya que fue esta frase la que usé por mucho tiempo para dejarlo fuera de batalla cada vez que teníamos alguna diferencia de ideas. “Mi español es embarazante” dijo, lo que en inglés equivaldría a “embarrasing” que se traduce como “vergonzoso”.

Ya era tarde y al prender las luces del bar todos asumimos que tendríamos que buscar por el “after hour” en otro sitio; yo sólo quería irme a dormir, estaba derrotada por esa noche. Vivíamos muy cerca el uno del otro, caminamos juntos ciertas cuadras hasta la esquina de su departamento y fue ahí cuando me invito a subir para tomar un trago; yo no acepté.

“No puedo hacerte promesas, pero sé que me gustas mucho y quiero conocerte un poco más” fue lo que me dijo. “Ok, vamos, pero no te hagas ilusiones vale?” respondí, minutos más tarde estábamos tomando whisky con jugo de naranja echados en su sofá, mirando MTV y riéndonos de todo y nada. Teníamos mucho en común y, por ese momento, sé que fuimos felices.

Ahora no recuerdo como diablos me dejé besar, el siempre tomó la iniciativa las primeras veces que estuvimos juntos, pero esa noche, durante un silencio muy largo, y al contemplarnos el uno al otro muy de cerca nos dimos un beso largo, largo e intenso, largo y apasionado, largo y decisivo, sí, eso fue, fue un beso decisivo.

La mañana siguiente sentía que la cabeza me explotaba y estaba con cara de pocos amigos, pero él me veía preciosa. Mis ojos estaban rojos y con el maquillaje corrido, para él eran lindos. Era sábado, me preguntó que hacía los sábados, dentro mío una secuela de resacas potentes desfilaban en mi cabeza; “descanso” le dije, con la excusa de que tenía que trabajar más tarde esa noche, cuando quise saber que hacía él, “paintball” respondió.

Se levantó mucho antes que yo, había ruido y cuando salí a ver que ocurría en aquel grande y lujoso departamento me di con la sorpresa de que “J” me estaba preparando el desayuno, entonces no sentamos y empezamos a conversar sobre nosotros, nuestros hermanos, nuestros papas y esas cosas de las que me encanta hablar cuando conozco a alguien que me interesa mucho.

Después de ese sábado “J” fue durante una semana, todos los días, desde la hora que abríamos el bar y era el último en irse, recuerdo que le hize el comentario unos meses después cuando lo ridiculizaba por el supuesto alcoholismo que yo decía que tenía y la verdad es que pese a que fue escueta era, sin duda alguna, la respuesta correcta; “quería verte” murmuró en mi oreja.

“J” estaba enamorándose de mí, y aún hoy, después de todas las cosas que han pasado, yo estoy muy segura de aquello, se estaba enamorando de mí. Cuando tenía que viajar debido a su trabajo, lamentaba el hecho de que no nos pudiéramos ver, no nos veíamos todos los días, tanto él como yo éramos reacios a tener que pasar nuestros días juntos. Él tenía su vida, y yo la mía, salíamos con nuestros amigos, y cuando terminábamos de cumplir con nuestras agendas sociales nos encontrábamos y pasábamos tiernos fines de semana en su departamento.

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