Tuesday, October 11, 2005

MI PUNTO "J"


VOL. III

Después de un tiempo, y yo harta de buscar trabajo durante un mes, finalmente encontré uno, no el ideal pero con el suficiente sueldo para poder vivir sola y empezar a mantenerme sin ayuda de mis papas. Yo estaba celebrando con amigos en aquel lugar donde “J” y yo nos encontramos la noche de nuestra primera vez cuando de repente me llamó por teléfono, yo, eufórica de contenta le pedí que me venga a buscar.

Al entrar al bar lo noté confundido, nunca nos habían visto en público, pero obviamente esa era la última cosa que estaba en mi mente, al saludarlo con un beso en la boca noté su rechazo, no hize caso e inmediatamente le pedí disculpas por haberlo hecho salir de su casa tan tarde y dejando a mis amigos, todos celebrando por mí, caminamos hacia la puerta y nos fuimos abrazados hacia su departamento.

No toqué el tema, sólo le dejé claro de que me di cuenta de su incomodidad y sin ningún comentario que hacerme al respecto, cambió el tema y seguimos con lo nuestro. Al día siguiente tuvo que ir a trabajar, algunos sábados tenia que hacerlo, pero me dejó una nota muy dulce en la mesa del comedor y me felicitó por mi nuevo trabajo, yo olvidé lo que había pasado la noche anterior casi de inmediato.

A partir de ese momento mi comportamiento, si bien no cambió, fue más impertinente que de costumbre, él era el mismo. A mí se me dio por salir mucho más, tenía un trabajo, tenía un sueldo, y amigos para la bohemia no me faltaban, normalmente empezaba los jueves, fiestas electrónicas, conciertos en la universidad, iba a todo sitio pero al final de la noche, cuando ya estaba cansada y lista para irme a casa, “J” me pedía que pase la noche con el.

Nuestra seudo-relación se alargó por unos meses más, todo era casi perfecto, yo estaba casi contenta y tenía un casi enamorado que me hacía sentir bien. Me fascinaba su forma de ser, era ambicioso, era trabajador, era dulce, era algo inteligente y si bien muchas veces me percataba de sus pobres modales domésticos y su descoordinación al vestir, lo subsanaba con el hecho de que el tenía 40 y yo 22.

Un buen día, recuerdo que mi cumpleaños estaba cerca, me dijo que no nos íbamos a poder ver ya que algunos de sus amigos llegaban a su casa para quedarse un fin de semana, yo no era su novia y me di cuenta de que no tenía interés alguno en que yo conozca a sus amigos, los motivos me los imaginaba, eran muchos pero yo sólo hacía caso omiso a mi conciencia y acepte su determinación, “ok” dije. Pero la conversación no había terminado.

Al ver que su cara no estaba con la típica sonrisa de tonto que solía tener supuse que querría decirme algo que no me iba a gustar así que inventé una historia, me impresioné a mí misma de tanta la creatividad que asaltaba mi relato mientras se lo contaba, la idea, según yo, exponer una experiencia de suma tristeza y no dar espacio a que “J” me diera otra mala noticia al verme tan deshecha, obviamente supuse mal.

“Sweety” me dijo, como lamentando hacerme sufrir, sus ojos expresaban cierta angustia así que decidí escuchar y no interrumpirlo, por primera vez en muchos meses. Luego habló, me dijo que el creía conveniente irnos a un “break”, en ese momento sentí una cosa dentro mío que no era tristeza, que no era decepción sino rabia, rabia y llanto, un llanto que no solté por mucho tiempo, un llanto de estúpida niña babosa e inmadura que creyó que este viejo, que la usaba para sentirse más joven aún sentía la deferencia de aquellos primeros meses.

No soy muy buena al momento de contener mis sentimientos, cuando quiero decir algo lo digo, sin embargo en esta oportunidad preferí callar y actuar como si nada, le mostré una sonrisa y le dije que un “break” era para las parejas y que nosotros éramos todo menos eso, así que “por favor, no seas dramático, si prefieres estar con tus amigotes por estos días, esta bien, ya llamarás luego pues” expuse yo, muy relajada y con el ánimo totalmente disipado.

Esa noche como todas nuestras noches juntos la pasamos en su cama, al comienzo no quería hacerlo pero no pudo seguir diciendo que no mientras yo le abría el broche del pantalón. Al día siguiente me fue a dejar a casa temprano en la mañana para prepararme e ir a trabajar, esa noche, un viernes, luego del trabajo, pensé en pasar por el bar al que no había ido en mucho tiempo, quería ver algo pero no sabía qué.

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