Monday, December 03, 2007

Tania esta triste

Tania está triste, siempre se siente así, últimamente Antofagasta está más grande, más apta para perderse, más moderna pero más vacía. Tania tiene ganas de llorar, ya tiene 34 años, hace diez años podía pensar en este día, podía verse mirando el mar sentada sin zapatos, el libro que pensaba leer lo tiene en las manos, no ha leído una sola línea.
La música que suena en su Ipod también está triste, sus recuerdos se estancaron hace diez años, hace diez años cuando durante 6 meses fue casi feliz. Fueron 6 meses de risas, de conversaciones, de noches de sexo, de llamadas por teléfono y mensajes de texto. Por qué mi vida se destruyó en 6 meses?, se tortura y vuelve a pensarlo todo de nuevo.
Tania no cocina, en su refrigerador solo tiene leche chocolatada, jugo de naranja y frutas, pero ese domingo se levanta con ganas de montar bicicleta, con ganas de nadar, con ganas de ir al supermercado. Hoy será un día bueno piensa.
Pasa frente a la villa militar, se pasea por las casas perfectas y con piscinas azules de los Jardines del Sur, cada vez construyen casas más grandes, reclama. Mientras monta bicicleta le gusta ir al sur, llega al Huascar, se quita los lentes y deja la bicicleta a un lado. Cuando está en ropa de baño corre hacia el agua y siente los trocitos de conchitas molidas incrustándose en las plantas de sus pies, al agua helada ha hace tiritar, pero se zambulle y empieza a nadar.
Las tardes de domingo en Antofagasta siempre han sido iguales, Tania con resaca observando el Parque Brasil desde su balcón en el piso 13 de un edificio, mirando a los papas aburrirse al tratar de pasar un buen rato con sus niños, viejas pitucas paseando a sus poodle, chicos guapos saliendo del supermercado con sus bolsas.
Este domingo será diferente dice mientras se extiende sobre el pareo, el sol le pega en los hombros y ella se pone los lentes, mira la hora y se da cuenta que tiene hambre. Se viste de nuevo y empieza a montar su bicicleta de vuelta hacia el norte. El Parque Croata se ve lindo, suena Elton Jhon en sus audífonos, “good bye yelow brick road” dice, Tania decide que quiere cocinar soufflé.
Llega al supermercado, encadena la bici y toma un carrito, apenas entra agradece que no esté tan lleno, es algo tarde y las familias llenando carritos con comida para el mes ya se han ido, al menos eso piensa Tania hasta que lo ve a él con su… familia?. Tiene una mujer que camina de su lado, tiene a un niño cargado en sus hombros, hay una niñita también que lo jala de la mano.
Es la primera vez que lo ve en mucho tiempo, años; siente un frío que sube por sus pies, sus manos tiemblan, las náuseas se apoderan de sus entrañas, sus ojos están llorosos. El está casado, su vida es plena, su sonrisa es real.
La soledad es algo a lo que nunca te vas a acostumbrar, le dijo él cuando la dejó. “Vas a encontrar a alguien que te pueda hacer feliz” le aseguró; hace diez años Tania moría de miedo de no sentirse capaz de conocer a alguien, miedo de pasar su cumpleaños sola, miedo de morir sola. Han pasado diez años y aún no conoce a nadie especial, pasa su cumpleaños sola y ese temor de verse morir sola, aquella tarde de domingo, mutó en pánico.
No sabe si es rabia, no sabe si es frustración, que mierda siento? se pregunta, deja el carrito en uno de los pasillos y sale corriendo, él no la ha visto. Se sienta en una vereda de la calle, sus piernas están débiles, por qué él si pudo hacerlo?, por qué yo no?. Se monta en su bicicleta de nuevo, pedalea hasta su departamento, al llegar al piso 13 de su edificio mira a la gente del Parque Brasil, esta apoyada en la baranda de su balcón.
En el equipo de su sala suena una canción, “more than this there’s nothing” dice, ella no quiere sonreír, ella quiere gritar, las lágrimas no paran de correr por sus mejillas, siente como que algo le apretara el pecho, sus brazos no tienen fuerza, mira hacia abajo y ve el pavimento, gris y lejano. Ahora escucha “where do you go when you’re lonely” y pasa sus piernas para el otro lado de la baranda. Ella no sabe a dónde va cuando esta triste, sólo sabe que ha estado triste por muchos años.
El viento se siente en su rostro, esta helado, se moja los labios y están salados, se suelta de un brazo y se toca la cara, siente la sal adherida a su frente. De pronto la mano que la sostiene a la baranda del balcón se suelta un poco más, y luego, un poco más. Tania vuela hacia abajo, no grita, no hace bulla, solo cae, cae y está triste.

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